Te escrio imaginando
que un ser imaginario
pu’iera darse cuenta
que existen realidaes
que no toitos ven.
Millones de caritas
en cientos ‘e paises
te ignoran,
ni te conocen
dichoso, Santa Claus.
Así como rubitos,
rosaítos y gorditos
niñitos millonarios
con coches y cria’os
se sacan la caeza
pensando si pe’ir
un tanque, o metralleta
pistola aerostática
muñeco superbiónico
o nave espacial,
en Africa y en Asia
en Nor y Sud America
y America Central,
millones ‘e niñitos
raquíticos y pálidos
que logran,
por milagro,
pasar su primer año,
ni pi’en ni muñecos,
ni coches, ni escopetas.
Tal vez si comprendieran
la dicha ‘e ser sanos…
Tal vez si ellos supieran
de casas con un piso
con puertas y con vidrios
y camas de verdad.
Tal vez si esos niñitos
lograran calentarse
al lado de una estufa
tener un frazada
y un plato entre las manos…
Tal vez esos millones
‘e niñitos retardaos
—por falta ‘e comía
y humana cari’a —
pidieran, si supieran
¡que diablo es Santa Claus!
Pidieran si supieran
que es la Navidad:
“cambiemos este mundo
dejemos ‘e pedir.
Exijamos lo que ‘s nuestro,
querimos IGUALDA».