Lloro cada vez que lo recuerdo.
Es un dolor que hace reir
a mis rodillas.
Entre hipos de terror
explotaron los ovarios.
No, no puse la otra mejilla
me ahogué de espanto.
Me saqué el cordón
de los zapatos,
tiritaban las manos.
Fue la pieza más chica
en que he adelgazado.
Fue un milagro…
Aparecieron tanques y
vituallas.
Verdura y carne
llenaron cacerolas.
Tiernos fantasmas
de estudiantes muertos
me visitan,
¿me estarán esperando?
un día lo sabré
por las noticias
y partiré…
cantando.