Pasé una Pascua muy triste
y todo por una voz.
Yo quería un Aló sincero
y me dijeron, primero,
no vengas aquí
no, no.
Con ese tono maduro
cuando cierran la mampara
la voz me estaba diciendo
mucho más que las palabras.
Maldita técnica mía
que percibe hipocresía,
la analiza y clasifica,
y corta una relación.
Ajena aún de razones
o causas, de aquella voz
me voy, la cabeza baja
interrogando un porqué.
Necesitaba a una amiga
y me contestó una extraña.
Tan poca distancia y tiempo
y el olvido ya me daña.