Julio 1979
No quisimos saber
en un principio
los tesoros
que guardamos
uno en otro.
Nos costó reconocer
que no era amor.
Que ni pan
ni sociedad
ni otros factores
son barreras
suficientes,
que disipan
esta niebla
que nos une.
Una nube
tiñendo
nuestro mundo
de colores
que antes nunca
saboreamos.
Era yo la que llevaba
tu motivo.
Eras tú
el que escondía
mi ideal.
Encontrarnos
en el tiempo
fue increíble.
No quisimos
entregarnos
ni ternura
ni paciencia
ni verdad.
Queríamos creer.
Y nuestro orgullo,
muchas veces
pisoteado,
nos hacía temer.
Tambaleantes
dignidades
permitiendo
que otro daño
casi llegara
al final.
Separarnos
fue la seña
que faltaba.
Tu dulzura terminó
con mi porfía.
Mi ternura se murió
en tus promesas.
Fue mi vez
de decirte:
“reconozco
tu marca
en mi destino,
ya no puedo resistir
esta verdad.”
Y dejarnos suavemente
que el amor
nos envolviera,
aceptando yo
tu gran esfuerzo,
aceptando tu
mi rendición.
Nos costó reconocer
que no queremos.
Aceptar mis defectos
que difícil.
Aceptar tu unidad
aún, peor.
Inestable relación
hemos creado.
Fascinante progresión.
Un amor
que no nos une.